He pasado los últimos días disfrutando del catálogo de la primera retrospectiva completa dedicada a Saul Steinberg en España. La reciente exposición en la Fundación March de Madrid fue un rotundo éxito de público.
View of the World from 9th Avenue es quizás su ilustración más conocida. Y también uno de mis mapas favoritos. Apareció como portada del New Yorker el 29 de marzo de 1976, una de las muchas que hizo para la revista. Steinberg parodia la percepción provinciana que tienen los habitantes de Manhattan de la vida más allá del río Hudson.

Ante una obra excepcional, siempre recuerdo la distinción de los genios que hacía el matemático Mark Kac en su autobiografía: El genio ordinario es alguien como cualquiera de nosotros, solo que mil veces mejor. Pero no hay misterio en cómo funciona su mente. Cuando entendemos lo que ha hecho, tenemos la convicción de que nosotros también podríamos haberlo conseguido con cierta voluntad y empeño. En cambio Steinberg era lo que Kac llamaba un mago. Incluso después de entender lo que han hecho, el proceso por el que lo han logrado sigue siendo un misterio, a menudo insondable.
Steinberg nos hablaba a través de trazos en apariencia sencillos. Es el idioma de una personalidad enigmática y difícil, con una azarosa vida marcada por la persecución, el exilio y la reinvención constante. Sus obras están llenas de humor, ironía y crítica social reflejando su visión melancólica del mundo.
En su día, pensé que leyendo el propio relato de su vida (All in line, otra obra de arte en sí misma), podría darme pistas a resolver ese enigma; pero la lectura no hizo sino más densa la niebla.

En 1769, el capitán Cook llegó a Tahití en su famoso primer viaje. La misión oficial era observar el tránsito de Venus. La oficiosa, explorar el Pacífico Sur en busca de un hipotético continente austral aún por descubrir, ‘Terra Australis Incognita’, del que se llevaba hablando desde los tiempos de Ptolomeo y Aristóteles y que quizás estaría lleno de riquezas y oportunidades.
Los británicos se sorprendieron de lo bien organizada y estructurada que estaba la sociedad que encontraron. Allí conocieron a Tupaia. Un sacerdote originario de la vecina isla de Raiatea que vivía en Tahiti refugiado tras unos conflictos bélicos en su isla natal.
Se dieron cuenta enseguida de que, además de ser una persona culta y refinada, Tupaia poseía un conocimiento profundo sobre las rutas marítimas, estrellas e islas del Pacífico, adquirido a través de generaciones de navegantes polinesios. Algo de incalculable valor para la misión que tenían entre manos y que debían aprovechar como fuera dado el poco conocimiento que tenían de esa zona del planeta.
Tupaia subió a bordo del Endeavor como intérprete y piloto de navegación. Cook, que era un gran cartógrafo, trató de que trasladara el conocimiento de siglos de tradición oral a un mapa.

Aunque a primera vista parezca un mapa convencional, desafía las convenciones cartográficas occidentales. Su interpretación lleva entreteniendo y desconcertando a expertos durante más de 250 años. Tupaia no buscaba representar el Pacífico con precisión a escala, sino proporcionar información práctica para la navegación: la ubicación relativa de las islas, las rutas entre ellas y sus características más importantes.
Tupaia y Steinberg emplean la distorsión para enfatizar lo que consideran esencial. En sus mapas, Manhattan y Raiatea actúan como centros neurálgicos desde los que el mundo se expande. Lo cercano se representa con detalle, mientras que lo lejano se vuelve cada vez más abstracto y simbólico.
Sus propósitos eran distintos: el mapa de Tupaia es funcional, mientras que el de Steinberg es satírico. Ambos, sin embargo, ilustran cómo diferentes culturas construyen su identidad geográfica, ya sea a través de la navegación ancestral o del urbanismo moderno.

Existen paralelismos curiosos entre Steinberg y Tupaia. Steinberg fue también un gran viajero. Realizó innumerables viajes por Europa, América, Asia, la antigua Unión Soviética o África y nos lo contó a través de sus dibujos. Tupaia también fue un ilustrador. Seguramente fue el primer polinesio que usó acuarelas y tinta. Aparte del mapa (no el original, pues se perdió y solo sobreviven las copias) se conservan algunas ilustraciones como la que representa a un maorí intercambiando un cangrejo de río por una tela con Joseph Banks, el gran científico y botánico de la expedición de Cook.
Tupaia acompañó a Cook en el resto del viaje. Desempeñó un papel fundamental en la primera circunnavegación europea de Nueva Zelanda. Murió en Batavia (actual Yakarta) en 1770, cuando el Endeavour regresaba a Inglaterra.
Steinberg murió en Nueva York en 1999. Vivió sus últimos años bastante aislado. Su tendencia a la melancolía, la pérdida de seres queridos (especialmente su esposa Sigrid Spaeth, que se suicidó en 1996 y con la que mantenía una turbulenta relación) y problemas de salud le mantuvieron alejado de la vida pública. Su legado está en buenas manos gracias a la Saul Steinberg Foundation.

Como siempre, recomiendo dos libros:
Sea People: In search of the ancient navigators of the Pacific (Christina Thompson), William Collins Books, 2020. La autora cuenta de manera magistral y entretenida el origen de los pueblos que colonizaron todas las islas de Oceanía y el Pacífico Sur.
Saul Steinberg, Artista. (Fundación Juan March, 2024). Catálogo editado con motivo de la exposición dedicada a Steinberg celebrada en la Fundación Juan March de Madrid (octubre de 2024 a enero 2025).